sábado, 29 de noviembre de 2008

"luz de luna"

Era de noche. La luna brillaba más que nunca en el cielo, vistiéndose de plata. Su luz, apreciable con cualquier sentido, se colaba hasta por las retinas de un viejo ciego que pasaba las noches sentado en aquel silencioso muelle. Las estrellas, asustadas por el esplendor del astro, huyeron celosas.
Los años pesaban sobre aquel pescador, que había perdido la vista con el paso del tiempo, tanto pesaban como sus recuerdos, y allí, observando la luna sin poder verla, le vino a la mente una historia que creyó soñada:
Una bella dama andaba junto al mar años atrás. Quizás medio siglo, quizás uno entero. Sentía el sonido del agua, que callaba cualquier deseo de todo aquello que quisiera ser oido. Escuchaba las olas alargarse hasta desvanecerse en sus pies, intentando comunicarle lo maravilloso de lo que se avecinaba. Ella, ignorándolo, seguía caminando sintiendo leves escalofríos a medida que avanzaba su paso, el viento también quiso ser participe de aquel instante, y la acompañó meciendo su pelo, peinándolo para la ocasión.
Una figura yacía inmóvil en la orilla, sólo se apreciaba la sombra de aquel que acompañaba a la noche, y a ella...Y en el preciso instante en que el brillo de los ojos del extraño permitió que alcanzara a verle con nitidez, sus miradas se amarraron en un nudo eterno, poseídos por un gran magnetismo infinito que no les separaría jamás. Entonces la luz de la luna mostró la belleza de la chica, que asombró al joven de tal manera que nunca podría arrancarse su imagen de la mente. Ella, le acompañaría siempre.
El viejo ciego dejó de imaginar. Su vida constantemente se veía interrumpida por nubes que tapaban sus recuerdos. Vivía en un presente constante, y su falta de memoria, junto a su ceguera, le impedía conocer la apariencia de aquello que le rodeaba.
En ese momento su tranquilidad se vio interrumpida por algo, una mano le agarró, y su tacto aspero y arrugado le pareció tan suave, tan mágico, tan joven... Y fue entonces cuando una imagen le vino a la cabeza, y la luz de la luna volvió a mostrar la belleza de su amada. Ella, le acompañaría siempre.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Nada mal, oiga, nada mal.
No leo más porque no hay más, pero estaré atento. Un placer.

Eduardo dijo...

Cómo puede un hombre de ciencias explicar a una mujer de letras lo que siente al descubrir éste precioso tesoro?, supongo que ha sido la propia dehiscencia de tu palabra escrita Helena la que ha hecho llegar este importante hallazgo de tu personalidad y propio carácter a mi!, ENHORABUENA!!!!, y prometo leerlos todos, por eso me he ido al más antiguo de tu blog primero!.