sábado, 29 de noviembre de 2008

Tabaco habano

Por un momento no creí lo que había ocurrido, o no quería creerlo. Me quedé sin fuerzas y caí al suelo sentada mientras recordaba su sonrisa, el tacto áspero de sus manos que siempre me acompañó a cruzar la calle, los ojos gastados por el tiempo que fueron perdiendo fuerza hasta cerrarse.
Quise abrazarle y sentir su olor a tabaco habano, ese fuerte olor a puro que siempre me molestó. Pero no pude, y lo añoré. Su ausencia provocó que de mis ojos rebosara nostalgia, el brillo que provocaba él en ellos se estaba derritiendo y resbalaba por mi cara. La angustia del no tenerle llegó a mi boca en agua, y no era salada, sino amarga.

3 comentarios:

tmshrnndz dijo...

La creatividad hace de la ligera combustión de nuestra vida un pequeño destello, en tanto que nos permite una vía de escape para todo lo que nos queda grande. Qué privilegio poder aprovecharse de ello.

jmbencomo dijo...

Hola Helena, me parece extraordinaria la sensibilidad y la síntesis que emplazas. Has logrado que por un buen rato recuerde los buenos momentos que pasé con mi tío PePe. besito

Unknown dijo...

Increíble.
Me trajiste recuerdos cercanos.
Preciosa foto.