
El viento me daba en la cara atravesándola; pues sólo pude sentirlo dentro de mí. Los recuerdos pasaron por mi cabeza amontonándose hasta que mi mente tuvo tanto que se quedó sin nada. El vértigo provocó que cerrase los ojos, pero fue peor. Los sonidos pasaban desapercibidos entre aquel bullicio de sensaciones, y aunque tenía la ciudad a mis pies, el mundo seguía aplastandome. Alcancé después de todo la serenidad que buscaba y entonces abrí los ojos. Sonreí. Nunca había visto algo tan mágico. Al ver la ciudad a mis pies pude agarrar el mundo con una sola mano. Las estrellas habían bajado para amontonarse formando grandes estructuras. Era perfecto; Tan perfecto que lo convertí en mi última imagen.



